La mujer que acompaño a Vicente de Ametzaga Aresti  

 

             Todas las navidades el buen amigo Arteche se aparecía en casa con un pan dulce riquísimo, postre que siempre acompañaba al menú tan rico que ama preparaba. Cenábamos, cantábamos y esperábamos a medianoche a veces rezando el rosario ya de mayores antes de abrir los regalos. De pequeños íbamos a la cama muy temprano para abrir los juguetes al día siguiente.             

             Xabier, por su edad, era el que mas rápidamente cambiaba, primero cuando empezó a gatear, luego dando sus primeros pasos era un placer observarle lo victorioso que se sentía consiguiendo dichas hazañas. Era un niño feliz. Se dejaba querer fácilmente. A mi me encantaba observar la pedagogía, paciencia y cariño maternal que ama desplegaba con el para enseñarle los nombres de las diferentes cosas, y cantarle las pequeñas canciones como “Txalopin Txalo” “Antón Pirulero” y que exitoso resultaba para todos nosotros cuando el le respondía positivamente a su esfuerzo.

              Yo en este ambiente suramericano aprendía diferentes juegos de los que había jugado en Europa, o al menos muchos de ellos tenían diferentes nombres, no mas juego de tabas, ahora era la payana y con piedras en vez de tabas, el truco, que decían era juego de gaucho, a la mancha, que es un juego de persecución y alcance, este era mi favorito y lo jugábamos mucho en el colegio, la gallinita ciega casi todos ellos hoy en día fuera de practica menos saltar a la cuerda, y la rayuela. Esta ultima vemos jugar a nuestros nietos tal vez porque empezó en el mundo primitivo del Imperio Romano ya que los soldados romanos lo usaron como entrenamiento militar, y los niños les imitaban y se pronto se esparció a toda Europa y Las Américas.

              Mis hermanos se iban perfilando al igual que yo, Bingen tomaba en general todo en la vida muy en serio incluyendo la religión desde muy pequeño, el era claro en su expresión, reservado, muy inteligente, e independiente, sacaba las mejores notas en todas las asignaturas, y cuando se le preguntaba que notas había sacado en tal o cual materia el apuntaba con su dedito al gran cartel pintado en un edificio enfrente a casa donde se podía leer la palabra OPTIMO. También le gustaba los deportes sobre todo la pelota. Xabier jugar con los carros que el tenia y armar cosas era su pasión, el tenía alma de ingeniero, era muy juguetón y con un carácter muy jovial. Le seguía a Bingen a todos lados y jugaban juntos muy bien. Arantza ahora reemplazó su muñeca por el cuaderno y lápiz. Ella vivía en su mundo imaginario con los caracteres que ella leía, y que les daba vida en sus cuentos, escribiendo mucho en prosa, aunque también escribía poemas, la primera poesía la dedicó a las manos de nuestra madre que ama guardaba orgullosa en su cartera para llegada la ocasión mostrarlo a sus amigas. La diferencia de edad con mis hermanos se hacia mas obvia día a día, yo empezaba el bachillerato, diferentes horarios en el colegio y cada día mis amigas empezaban a ser mas importante en mi vida.  Foto del viñedo de la chacra.

            Nuestros padres no nos dejaban olvidar que éramos familia de exiliados soñando con el regreso a Euskadi. En casa, ama que cocinaba muy bien lo hacia principalmente platos de la cocina vasca. Aunque nosotros afuera de casa con los amigos comíamos pizza, que como yo me acuerdo no era redonda sino cuadrada, también nos gustaba la faina, el dulce de leche, empanadas, todas típicas comidas criollas que no se probaban en casa. Yo llegué a tomar yerba mate, clase de té servido en una calabaza que se utiliza como vaso para poner la bebida, y con un pitillo de plata para beber a las tardes acompañados con unos bollos dulces riquísimos cuando iba de veraneo con nuestros amigos los Biraben a una chacra, rancho uruguayo, en las afueras de la ciudad. Ma. Luisa era muy amiga de ama y trabajaban juntas en Euskal Erria. Ella era mi madrina de Confirmación. Su hija menor de ella, Graciela, era dos años mayor que yo y cuando visitaban la chacra siempre me invitaban para ir con ellos. Graciela y su mamá eran grandes aficionadas a la música francesa del momento, y cuando estaba yo con ellos en la chacra escuchábamos de continuo a Maurice Chevalier, y a las baladas de Edith Piaf, canciones que Graciela y yo llegamos a memorizarlas completamente.

Estando en la chacra hacíamos la compra en la única tienda del pueblo de San Jacinto, a cinco kilómetros de la chacra. Este pequeño pueblo de San Jacinto en aquel entonces tenía la iglesia, a la que acudíamos los domingos, una pequeña escuela al lado de una plaza y un club donde una vez Graciela y yo fuimos a observar como los paisanos del pueblo bailaban.

Foto de ama con nosotros, ella parece ser la única feliz saboreando un racimo de uvas. Fue sacada frente al viñedo durante una visita familiar a la chacra de la familia Biraben en el pueblo de San Jacinto, Departamento de Canelones, a 48 kilómetros de Montevideo. En las dos semanas de vacaciones que nuestro padre tenia al año ellos extendían la invitación a toda familia, y teníamos toda la chacra para nosotros. Y todo lo de alrededor los buenos amigos nos dejaban a nuestra disposición. Para la salud de nuestro padre era muy beneficioso la paz y tranquilidad que en este lugar se respiraba. La chacra tenía un molino de viento para bombear el agua y electricidad para la pequeña quinta de la familia Biraben. La inmensa plantación para la producción de uvas de mesa, las uvas moscateles estaban en parral. Mi primer trabajo pagado fue en esta chacra recogiendo uvas del viñedo que poníamos en grandes canastas, mi salario era un peso por cesta, y allí sentadas en pequeñas banquetas en el viñedo, Graciela y yo lo hacíamos, a veces todo el día, hasta la merienda que nos esperaban las tortas criollas horneadas por María, la señora de servicio de ellos que cocinaba divino. Preciosos árboles frutales rodeaban el lugar a los cuales ama recogía su fruta pensando en la rica mermelada que ella haría mas tarde. En unos ranchos cerca vivía una familia italiana, refugiados de la Segunda Guerra Mundial. Era una familia de cinco personas que cuidaban del lugar y ayudaban a la cosecha del mism a.

Me gustaba la competición y el desafío. En el colegio participaba con entusiasmo en los partidos de baloncesto. Y era entusiasta del futbol y jugábamos de vez en cuando entre los hermanos. Bingen y yo éramos muy entusiásticos en cuanto a deporte, ama y aita les interesaba también, tal vez acordándose de sus tiempos juveniles cuando eran aficionados del Arenas. Bingen era hincha de Peñarol y yo del Nacional, a mi me gustaba mas por el color del uniforme, celeste y blanco. El uniforme del Peñarol era negro y amarillo. Xabier iba a favor de quien ganaba. Arantza no se inmutaba por ello. En 1930 Uruguay fue el primer campeón mundial de football en la historia. En 1950 era la primera edición después de la Segunda Guerra Mundial ya que muchos países europeos aun se encontraban en ruinas. Alemania fue impedida de participar como repudio a los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial por los dirigentes nazis. El día del Carmen, un 16 de julio de 1950 Uruguay había ganado a Brasil 2 a 1 jugando la final en el recién estrenado Estadio Maracaná en Río de Janeiro, el mas grande del mundo en aquel entonces que estaba abarrotado con 250.000 espectadores. Fue tan inesperado el final que hubo suicidios entre los brasileños, y amenazas de muerte para el entrenador y para algunos de los jugadores del equipo brasileño. Unos amigos me invitaron a ir a recibir a los campeones celestes al aeropuerto de Carrasco. Cuando llego el avión con los héroes del momento, la emoción y la algarabía eran imponentes. Yo sentía una mezcla de emoción y susto. Al pie del avión había un autobús esperando a los jugadores celestes. En cuanto ellos bajaron por la escalerilla del avión las cornetas de las fábricas empezaron a sonar al unísono de las cornetas de los carros. Los jugadores se metieron rápidamente al ómnibus y todo el mundo salía a las calles, era verdaderamente un domingo de gloria. Cuando llegué a casa ya todos estaban de fiesta, Bingen que tenia 5 años me dijo feliz que había oído los goles por la radio con aita. Nuestros padres festejaban esta victoria con casi la misma ilusión que habían vitoreado al “Arenas” años antes cantando “Uruguayos campeones de America y del mundo…”   

               Nuestras vidas estaban combinadas entre las amigas uruguayas y las amigas de Eukal Erria, (Centro Vasco de Montevideo) fundado el 30 de marzo de 1912.  En Euskal Erria se empezó a fomentar cursos de lengua vasca cuando se constituyó una entidad denominada Euskaltxaleak (amigos del idioma vasco) con el objeto de propagar el mantenimiento, desarrollo y exaltación del idioma vasco. Aita era presidente honorario de esta entidad. Al mismo tiempo que empecé el colegio comencé a ir los miércoles a las clases de vasco que aita daba. Salía de la escuela a las 4 y media e iba directamente a la casa de las Hermanas Beldarrain que me esperaban con una merienda sabrosa. Juntas hacíamos las tareas para la clase. A las 6 y media salíamos para la clase de vasco a las que acudían una veintena de personas, incluyendo ama. Me acuerdo de Karmele Storace, dos hermanas de Oxacelay, tres hermanas Beldarrain, Estela Gómez Haedo, José Mendiola, Dr. Miguel Bañales, el era la persona mas recurrida en Euskal Erria para conocer los orígenes de los vascos en Uruguay. Siempre iba vestido de traje y con corbata de pajarita, que le daba un aire de elegancia o excentricidad, nunca usaba sombrero, abrigo o guantes aunque fuera invierno o hiciera mucho frío. Yo era la única jovencita y seguí yendo hasta que aita dejó el Uruguay. El libro de estudio que aún lo conservo era “La Lengua Vasca” gramática, conversación y diccionario por Isaac López Mendizábal, También atendí a las clases de cultura que nuestro padre dictaba en el Paraninfo de la Universidad. Aita hacia con energía, amor y entusiasmo, se veía que era su vida.

              Los martes en que la Tata tenía su día libre yo estaba encargada de llevar a mis hermanos a la plaza. El cruzar la traficada calle Canelones era peligroso, y en una ocasión bajo mi cuidado y para terror mío, Bingen se me escapó de la mano y fue atropellado por un taxista, aunque sin consecuencias graves, pasé un gran susto. Por unas semanas llevaba un yeso en la que los amigos le llenaron de autógrafos. Después de este episodio aita puso en práctica la leyenda del Hombre de la Bolsa, personaje folklórico, si mis hermanos no me obedecían, el hombre de la bolsa los iba a meterlos en un gran saco y llevar a un lugar desconocido. Aunque a nuestro hermano Bingen no le gustaba mucho seguir instrucciones, la idea del bichicome le daba miedo, y no hubo más atropellos.               Sentada en la hierba les contaba cuentos a ellos y a sus amigos, seis entre todos. No era difícil hablarles de la ricas experiencias de un mundo que yo había vivido y que en cierto modo lo añoraba, y que ellos no conocían, y obtenía la completa atención de todos, menos la de Xabier que mas que escuchar mis cuentos le gustaba jugar con su colección de carritos por los que tenía fascinación y se pasaba el rato jugando con ellos al lado mío.

Para compensar mis trabajos cuidando a los hermanos pequeños, de vez en cuando nuestros padres me llevaban de noche al teatro, a mí siempre me ha gustado el teatro. Los tickets los proporcionaba María Luisa Iribarne de Battle Berres, cuñada del entonces presidente de la Republica, Luis Battle Berres, nuestros padres acudían asiduamente a los espectáculos.  De todos los shows que yo iba el que más me acuerdo eran las comedias de “Paquito Busto” con el que aita y yo nos reíamos mucho. También íbamos a ballets y teatro musical en el Teatro Solís. Algunas veces teníamos entradas para ir al circo, pero ni ama, ni mi hermana ni yo no éramos muy aficionadas a ello. Nuestro padre y hermanos gozaban bastante de este entretenimiento.

            La salud de nuestro padre empezó a resentirse con tanto trabajo y responsabilidad. Tenía vértigos, zumbidos en los oídos, y tensión nerviosa alterada. Los médicos le dijeron que los problemas del oído eran producidos por el estomago y le mandaron dieta completa y reposo. Con las pruebas continuas a que le sometían los gastos seguían subiendo y aita decidió vender los dos apartamentos de Algorta. No se vendieron bien en esos momentos, pero mucho no se podía hacer desde tan lejos.

             En aquellos días (1950)  las Naciones Unidas establecieron para mantener paz y seguridad internacional admitir a España como país miembro de las Naciones Unidas, y el reconocimiento del Gobierno de Franco por parte de Estados Unidos y por la guerra fría fortaleciendo los países europeos en contra al comunismo. Y con ese paso mataron las esperanzas para los exiliados políticos como mis padres para volver a su patria. Aita estaba triste porque sus sueños se hicieron pedazos. Era difícil para mi no sentir la tristeza y el desengaño que envolvía a nuestros padres, Yo no quería sentir lo mismo.  No era fácil para mí hablar con mis amigas acerca de ello, porque ellas no entendían ni siquiera el significado de la palabra “exilio” apenas entendían el significado de la palabra “vasco” porque yo les hablaba de ello de vez en cuando. Y en Uruguay el dicho de “palabra de vasco” era harto sabido que en un vasco se podía confiar, lo que prometía lo cumplía. Los dos términos usados exilio y vasco eran el centro de la existencia en nuestro hogar, pero eran palabras desconocidas fuera en el mundo que nosotros sus hijos vivíamos con nuestros amigos uruguayos. Con nuestros padres se vivía de manera diferente. Una vida conectada completamente con el mundo vasco de lengua y cultura y social en el centro Vasco Euskal Erria. 

Ama era miembro de la Junta de Beneficencia de Señoras, donde estaba el mayor capital de la Sociedad al que empezó en estos momentos la obra de ayudar a los ancianos vascos recluidos en los asilos. En febrero de 1951 ama fue nombrada presidenta de la Comisión de Beneficencia e Instrucción de Euskal Erria y había más énfasis para participar en Euskal Erria. Y yo tenía la edad para ello y así lo hice en diversas funciones en el centro vasco. Era parte de un grupo de danzas dirigidas por el txistulari Antonio Michelena, presidente de la Comisión de Fiestas. Se ofrecían estas danzas en las diferentes fiestas vascas durante el año en Euskal Erria y en las afueras de la ciudad en el  recreo de Malvín que tenia una campa inmensa y al que asistíamos toda la familia a las romerías y muchos festejos. Mis amigas y yo ayudábamos sirviendo de 30 a 40 mesas vestidas de hilanderas o poxpoliñas. Las participantes jugaban al Rummy Canasta, juego de naipes inventado en Montevideo en el año 1940 que se extendió al resto del mundo por ser muy popular en 1950 que en poco tiempo se convirtió en uno de los grandes juegos de sociedad practicado en todos los círculos.

Había una participación enorme que llenaba el salón de Euskal Erria recientemente decorado en bonito y rustico, estilo que evocaba a un caserío. Me acuerdo servir pizzas, sándwiches y postres como bombas y masas de hojaldre de la confitería que mis amigas y yo saboreamos con los ojos mientras servíamos. Eran recién traídas de “La Mallorquina”, una de las más famosas confiterías montevideanas. Ama era incansable en esta labor social e iba de tienda en tienda consiguiendo premios para otorgar en estos casos. Viéndola tan llena de vigor Ma. Luisa Biraben me dijo una vez que a pesar de la “dulce fragilidad” que ama exhibía, era una mujer de extraordinario vigor y coraje. Carta agradeciendo los servicios prestados por nosotras.

Estos juegos daban dinero que se usaba para repartos de las cestas de Navidad que se distribuían a las viejitas vascas viviendo en residencias de ancianos o a parientes de socios. Estos canastos estaban llenos con turrones, frutas secas y glaseadas, panes dulces y budines de tipo inglés todo apropiado para la estación navideña. Verles las caras de contentos a aquellos viejitos era una experiencia gratificante que tuve la oportunidad de ver y aprender que con una modesta contribución hacíamos alguien tan feliz.

               En este recorte de un periódico local, habla de tal acto. En la foto de la izquierda nosotras vestidas de hilanderas. De izquierda a derecha, ama la segunda a la izquierda, Matilde Ibáñez, esposa del entonces Presidente de la Republica de Uruguay, Luis Battle Berres Tálice, y  Ma. Luisa Iribarne de Battle Berres.

            Ama sabía granjearse la simpatía el apoyo y el cariño de sus amigas con su manera de ser; responsable, cumplidora y leal. Su vida en estos momentos estaba casi llena; su fe en Dios, su amor y abnegación a nuestro padre y a nosotros era su vida. La ausencia de Begoña era su única pena. Siguió escribiéndose con muchas de sus amigas de Uruguay hasta su muerte. Además de Ma. Luisa Biraben, me vienen a la memoria nombres como Ma. Luisa Iribarne de Battle Berres, Maria Ana Bidegaray de Janssen, Ma. Ester Real Idiarte, Paquita de Duvigneau, Antonia Salaverria, Aurora Ezcurra, Ma. Luisa Bidegaray, hija de Marianita, Ma. Luisa Iribarne de Batltle Berres. Toda su vida social estaba en Euskal Erria y completaba su mundo.

             Una vez María Ester y Pepe Real Idiarte dieron una fiesta grande en su quinta de la que nuestros padres hablaron bastante porque la cena fue cocinada en la tierra, nunca visto ni oído antes por ninguno de nosotros. Al enviudar Ma. Ester pasaba temporadas con su hija, Ana María y familia, que residían cerca de nosotros y varias veces coincidió con la visita de ama y las dos estaban contentas de verse y ponerse al día de los amigos en común de Montevideo.

              Años mas tarde habiendo sido invitados a cenar Bob y yo tuvimos la misma experiencia cuando para cenar nos sirvieron comida cocinada en la tierra. Y esta vez yo estaba curiosa en percatar todos los detalles. Nuestros amigos nos dijeron como el día anterior excavaron un gran agujero en el suelo que cubrieron de hojas verdes, y añadieron en su interior la carne y cubrieron con verduras rellenando con piedras calentadas al fuego. Todo ello tapado con tierra se espera a que el calor de las piedras vaya cocinando la comida. Unas 24 horas. Este no era pavo sino un gran cochino y echaba mucho humo y éramos un grupo grande (60) reunidos en el jardín alrededor del difunto puerco. Un helicóptero nos acompañaba dando vueltas alrededor nuestro y al rato las autoridades policiales para asegurar que no había un incendio llegó a la casa, también para percatarse de que tenían permiso para hacer semejante hoguera en la frondosa vecindad. Todo acabó bien y resultó una cena exquisita.             

              El coraje y abnegación de ama a la familia se hizo presente muchas veces. En Montevideo puso su vida en peligro por todos nosotros. Cierto día cuando al llegar a casa oímos un ruido parecido a un silbido que provenía del baño principal, por la pequeña ventana arriba de la puerta pudimos ver que salía mucho vapor. Aterrorizados pensamos en dejar el apartamento porque nos dimos cuenta que el calefón estaba a punto de explotar. Pero ama no titubeó y ante nuestro asombro abrió la puerta y el vapor la envolvió por unos segundos que nos parecieron siglos. Se dio cuenta del problema, y sin pensar dos veces cerró la válvula, el ruido cesó y el vapor se esfumó, salvándonos a todos de una explosión por escape de gas. 

              Ama también era el alma espiritual de la familia. Ella trataba de seguir con la vida religiosa intensa en que ella creció y entre los dos se esforzaban para que la tradición  siguiera con nosotros, pero nuestras vida eran diferentes a las que ellos vivieron, a pesar de todo nosotros participábamos rezando todas las noches el rosario con letanía en vasco reunidos frente al cuadro iluminado de la Virgen de Begoña. Para ama era muy importante la unidad familiar y la paz mundial, y por ello pedíamos. En aquel entonces estaba un dicho del Padre Patrick Peyton irlandés “La familia que reza unida, permanece unida” y “Un mundo que reza es un mundo en paz” importantes lemas para nuestros padres, que nuestra familia fuera unida, pero sobre todo fuera piadosa. No creo que pasaba una noche que antes de retirarnos a la cama no nos reuniéramos a rezar el rosario. La Semana Santa recorríamos las siete iglesias como ellos lo habían hecho de novios. Ayuno y abstinencia también se cumplió siempre.

              Nunca, que yo me acuerde, faltamos a la misa los domingos, solamente hubo una época en que hubo una epidemia de parálisis infantil y estaba prohibida la asistencia a ningún lugar publico, pero oímos la misa por la radio. El lugar preferido para nuestra obligación dominical era la iglesia de María Auxiliadora en la calle Canelones o la capilla de nuestro colegio. La capilla quedaba a ocho cuadras de casa, pero sea una u la otra la familia Amezaga corría en ayunas por las calles de la ciudad para llegar a tiempo a Misa de ocho y media. El coro cantado por las hermanas dominicas y la capilla tan bonita y florida valía la pena la corredera, al menos eso es lo que aita decía.

   El exilio es uno de los peores castigos para el ser humano porque uno se desarraiga de todo lo que le formó: familia, cultura, amistades. Es verdad que nuestros padres tuvieron la suerte de tener dos importantes estructuras sociales de quien depender, el apoyo de ambas material y emocional: La Iglesia Católica y el Gobierno Vasco en el exilio (y el sueño del nacionalismo vasco) sino hubieran dependido de este apoyo no hubieran podido acarrear 30 años y mas como lo hicieron. En su libro Migration and Exile, León y Rebeca Grinberg nos dicen que la vida en el exilio es una vida de negación del presente; las vidas de nuestros padres estaban dominadas entre el pasado lleno de recuerdos fantásticos y el futuro representado solamente con la ilusión del regreso.

              Exiliados como nuestros padres había pocos en Montevideo. Todos los vascos que pudieron escapar de las garras de Franco residían en Argentina, Méjico o Venezuela. Los vascos que estaban en Uruguay eran vascos que habían salido de Euskadi a principios del siglo por razones económicas, o descendientes de vascos por una o varias generaciones que habían venido allí cuarenta años antes. Nuestros padres eran uno de los pocos quienes habían sufrido un reciente exilio impuesto. Ama aunque hubiera querido volver a Euskadi estaba contenta viviendo donde fuera siempre que estuviera al lado de nuestro padre, pero aita sentía con pasión su frustración y la expresaba trabajando día y noche incansablemente para hacer conocer la causa y la cultura vasca en Uruguay. En Euskal Erria las celebraciones de las fiestas tradicionales como Aberrieguna, (Pascuas) San Ignacio, (31 de julio) y el día del Euskera (Día de la cultura, 3 de diciembre) se celebraba con contagioso entusiasmo y energía. Estas celebraciones fortalecían los lazos de la comunidad y hacían un fuerte impacto en todos los que le conocían a nuestro padre ya que el convertía un simple acto en un solemne y emocionante evento.

            Esta vez fue nuestro padre el que fue el mediador de salvar a ama la vida. Ama había ido varias veces al Círculo Obrero Católico, institución de Asistencia Medica Colectiva de tipo Mutualista, por el nacimiento de nuestros hermanos Bingen y Xabier asistidos ambos por el Dr. Aguerre. Esta vez fue para hacerse un tratamiento quirúrgico para tratar de resolver su incontinencia, y al hacerle una transfusión de sangre hubo incompatibilidad sanguínea y tuvo una grave reacción hemolítica que pudo ser fatal, ella decía que las oraciones de aita en la capilla de la clínica durante ese tiempo le salvaron la vida.

            Nuestra madre fue nombrada reportera social del periódico de Buenos Aires; Euzko Deya, que en vasco quiere decir “La Voz de los Vascos”, El primer número de este periódico fue el 10 de mayo de 1939. Los directores responsables eran delegados del Gobierno Vasco.  Ama escribía para dicho periódico con información relacionada a la vida de la colectividad vasca uruguaya, para dar a conocer en la ciudad porteña las actividades de los vascos en Montevideo.

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I) Vida de Mercedes Iribarren de Ametzaga -Gure Ama - Tributo a nuestra Ama, por Mirentxu Ametzaga 

 

I.1 Vida de Mercedes Iribarren de Ametzaga -Gure Ama

I.2  Life of Mercedes Iribarren de Ametzaga - Our Mother

II) La mujer que acompaño a Vicente de Ametzaga Aresti - por Xabier I. Ametzaga

 

II.1 La mujer que acompaño a Vicente de Ametzaga Aresti

III) Mis manos quieren hablar - mi poema a mi Ama - por Xabier I. Ametzaga

 

III.1 Mis manos quieren hablar - mi poema a mi Ama

IV) Publicaciones en Internet relacionadas 

 

IV.1 Sitio en Internet que lleva el nombre de Vicente de Ametzaga Aresti

IV.2 Los tres Barcos que llevaron a Ama y Aita

IV.3 Travesia

IV.4 Reunion familiar Amezagaeguberriak

IV. 5 Antecedentes

IV. 6 Publicacion en Internet de toda la obra de Aita - la que ella ordeno y recopilo

IV. 7 Publicaciones Xamezaga Editor Internet

 
Sitio en Internet en homenaje a Mercedes Iribarren de Ametzaga.
http://mercedesiribarrengorostegui.blogspot.com
Creacion, Edicion y contacto: Xabier Iñaki Ametzaga Iribarren
e-mail: xabieramezaga@gmail.com
Blog Xabier Amezaga Iribarren: http://xabieramezaga.blogspot.com
Editorial Xamezaga