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La mujer que acompaño a Vicente de Ametzaga Aresti | ||
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En
esos tiempos no había televisión e ir a ver un informativo era de interés
común. Uno de los adelantos tecnológicos que presenciamos viviendo en
Uruguay fue la naciente producción de televisión que solo vimos una y en
un lugar publico, y el otro fue los semáforos dos años antes de salir del
país. Empezaron en un tramo especifico en 18 de julio, y me acuerdo que
tratábamos de memorizar lo que significaban los tres colores el ámbar,
rojo y verde y Bingen era el mas entusiasta porque le recordaba a los
colores de ricos chupetines.
Unas de las excursiones con nuestros padres al centro de la ciudad
era ir a ver Films. El autobús nos dejaba al lado del Monumento al Gaucho
cerca del Palacio Municipal en la Avenida 18 de Julio.
El gaucho en bronce se erige en un pedestal de mármol y frente a
este héroe del folklore nacional que simboliza la libertad y la
independencia de Uruguay. Aita
nos hablaba del protagonista anónimo de las luchas por la independencia
como si el se identificaba con el sentimiento nacionalista y de autonomía
personal del gaucho. Cruzábamos la calle y entrábamos al Instituto
americano, no me acuerdo del nombre, y veíamos películas de tipo
educativas. De lo que yo más me acuerdo es de un documental del Paralelo 38
que se trataba de la guerra en Corea. El paralelo fue establecido como línea de límite entre las
zonas de ocupación soviética el norte y estadounidense el sur. No creo a
nosotros nos gustaba el tema pero para los aitas era un documental
interesante.
Los
carnavales de Montevideo nunca han llegado a tener la fama de los de Río
Janeiro, Brasil, pero si había brasileñas que bailaban el candombe y música
africana no vista en Uruguay en otros tiempos del año. Carnaval siempre se
celebra tres días antes del Miércoles de Ceniza, pero yo creo que en
Montevideo oíamos por muchos días los sonidos de los tambores. Su carácter
principal es el Rey Momo, alto y gordo, dios de la burla y la locura en la
mitología griega. Este es un periodo de exceso permitido antes de la
abstinencia de la Cuaresma. La gente se pinta y se disfraza. Hay bailes,
desfiles que se recorren los diferentes barrios con murgas, hombres
disfrazados con caras pintadas que actúan, cantan y bailan candombes al
ritmo del bombo y platillos y al atardecer se presentan espectáculos en los
Tablados. Íbamos la familia entera a ver los tablados, y luego comentábamos
en casa sobre ello. El carnaval era teatral por excelencia. En
esos momentos con tanto bullicio y desorden festejando el carnaval yo
pensaba en la paz que se respiraba en el colegio y lo prefería.
El
20 de noviembre me gradúe terminando el bachillerato, (Foto de mi graduación,
tercera fila, primera a la izquierda) pero no podía hacer ningún plan para
el futuro porque no estaba todavía decidido. Hay un poeta portugués que
dice que la patria de uno es el lugar en el que uno vive la adolescencia,
porque es la época donde se hacen los amigos. Y estoy de acuerdo, mis
amigas con las que crecí estaban aquí en Montevideo, y las iba a dejar
para siempre y seguía luchando en contra a esta realidad. Me costaba pensar
que era una realidad y no quería saber de salir del país, y menos
indefinidamente. Y en medio de todo este laberinto de cosas ama sabía como
templar mi carácter, me habló de tomar clases de piano, que yo había
deseado siempre, y con este gesto ya no podía quejarme más. Tomé clases
de solfeo por dos meses hasta la víspera de embarcar. La realidad seguía,
pero me percate del sacrificio de ama y tome con más resignación la decisión
de mis padres. Décadas mas tarde compraría un piano y tomaría clases de
piano, que sigo practicando. Bingen sin aprender solfeo, memoriza conciertos
que toca cuando nos visita. Aita
decidió, no sin gran dificultad, de probar la oportunidad que se le
presentaba en Caracas, Venezuela. Yo no quería irme de Montevideo ni dejar
otra vez mi vida a medias, yo quería terminar una carrera y seguir viviendo
en aquel ambiente en el que no solamente yo sino toda la familia estábamos
tan contentos, ama trataba de calmarme y me explicó que ella entendía como
yo me sentía, y que ella sentía lo mismo, y que las razones para salir del
país eran únicamente económicas. Aita también quería calmarme y en vísperas
de salir me llevó con el una noche a ver la obra de teatro del “Caballo
de Troya” o “Troiako Zaldia” como el lo llamaba, en la Facultad de
Arquitectura, muy cerca de casa. La familia estaba pasando por momentos económicos
difíciles donde nuestro padre proveía a la casa con combinación de
diferentes trabajos, y el ahora tenia 54 años y se sentía ansioso por las
posibilidades a largo plazo para el y para nosotros. Dos hermanas de ama
(Lola y Mari) y una sobrina, Ma. Luisa, hija de Mari, que vivían en
Venezuela le apremiaron a ir a Caracas porque la ciudad estaba en auge económico
y ciertamente el podía conseguir trabajo mejor remunerado. El plan
era de ir a Caracas aita solo. Ama y nosotros nos reuniríamos con él si en
Caracas encontraba la solución al problema.
Nuestros amigos con los que ama y yo seguíamos escribiendo nos decían
que la crisis económica del país comenzó a desatarse desde 1955 ellos
agregaban no sabían si era tras la caída de los precios de los artículos
exportables de la economía monocultura uruguaya o por la partida de
nosotros del país. ¿Como no querer a un país donde sus ciudadanos nos
ofrecían tanta ayuda y nos estimaban tanto?
Ama decía. A su
despedida nos dio a todos los hijos un recuerdo suyo.
A mí me regaló dos libros: La Imitación de Cristo escrito
por el místico alemán Thomas Kempis, y El Salterio, que son los
Salmos de David, ambos muy apropiados para mí en esos momentos. Con pena
nuestro padre dejó Montevideo un 17 de julio de 1955. El nos escribía muy
a menudo contándonos sus impresiones de la ciudad y de su nuevo trabajo. Un
mes después de llegar a Caracas aita se reunió con viejos amigos en el
Centro Vasco de Caracas que era como el santuario para los vascos refugiados
desde 1942. Su viejo amigo José Ma. Lasarte, padrino de Bingen, le propuso
el trabajo de Secretario General del Centro Vasco, y el aceptó y aunque era
buen salario pagaba menos que el ofrecido anteriormente, pero era trabajar
para y con los vascos, y para el era suficiente. Poco
después el lehendakari José Antonio Aguirre estando de paso en Caracas
sostuvo una conversación con nuestro padre sobre la gran preocupación de
él; la cultura vasca en la
post-guerra. Franco seguía ferozmente persiguiendo y suprimiendo la lengua
vasca. Le explicó la idea que él tenía de la formación de un seminario
La esperanza y la alegría de aita fueron intensas, de inmediato
escribió a ama, para que ella preparara un viaje a Euskadi. Y con esa
esperanza, aunque ama más realista, ella no estaba muy convencida de que
resultara algo tan perfecto para el, empezó a preparar el viaje. Sería la
ocasión de conocer a su segunda hija Begoña ahora de 16 años de edad. Ama llevó a cabo un trabajo gigante ella sola, porque nosotros los hijos
estábamos ocupados en nuestros propios mundos, con la casa para poner en
subasta. La biblioteca de nuestro padre la tenía que salvar, y tuvo que
hacer un intenso y minucioso escrutinio de todos los libros de de nuestro
padre, página por página, para asegurarse de que no hubiera ningún papel
comprometedor dentro de los mismos. Algunos libros imposibles de llevar con
ella por el tema y tuvo que enviar por correo. También ama estaba a cargo
de vender los seguros en que aita había trabajado hasta dejar Montevideo, y
estando ella llevando este trabajo hubo un caso de incendio que ama tuvo que
enfrentar. Con tanto para hacer y la Tata se enfermó y tenia que estar en
reposo por tres meses. Y ama enfrentaba a todo y a todos con valentía y
energía. Nuestro buen amigo Pedro Arteche, al que ama le llamaba “la
tabla de salvación” porque le sacaba de muchos apuros, proclamó
seriamente que ama “merecía una estatua” y cuanta razón tenia.
En
esta foto estamos los cuatro hermanos de excursión en Río de Janeiro, al
pie de la estatua de Cristo el Redentor, en la cima del monte Corcovado. Con
este viaje nuestra familia tomó otro rumbo. El plan era para nosotros
esperar en San Sebastian a que aita llegara a San Juan de Luz y reunirnos
allí con el. De esta manera todos viviendo cerca de casa podrían estar
cerca de Begoña cuya ausencia de la familia se había convertido en un gran
problema. Eso le daba ánimo a ama para hacer el viaje. En
horas tempranas de la mañana del 7 de abril de 1956 embarcamos en el barco
francés “Provence”, y nuestros amigos en el puerto se despidieron de
nosotros. Con lágrimas en los ojos dijimos adiós por última vez mientras
el barco se iba alejando despacio saliendo del Río de La Plata e introduciéndose
en el Océano Atlántico. No era ni para ama ni para mí la primera vez que
teníamos este sentimiento de dejar algo bueno que queríamos para ir sin
rumbo a algo desconocido. Cuando ya no podíamos ver más a ellos por las lágrimas
y la distancia fuimos al precioso comedor en el que nuestra mesa era la única
vacía, porque ya se estaba sirviendo el almuerzo. El
itinerario del viaje era parar en Santos, Río Janeiro, Bahía, Dakar y
Barcelona nuestro destino. Bajamos en Santos y nos embriagaba el aroma riquísimo
de café que cubría la ciudad. Nos dijeron que 50 años atrás fue el
puerto de entrada de la plaga bubónica a Brasil.
La entrada a Río es espectacular, cadenas de montanas rodeándonos
hasta llegar a la maravillosa y exótica ciudad de Río de Janeiro.
Visitamos al Cristo Redentor que esta en la cima del monte Corcovado y desde
allí podíamos observar la vista fantástica de la playa Copacabana, del
monte Pan de Azúcar. Caminamos en el barrio de Copacabana famosa por sus
calles cubiertas de azulejos que imita los movimientos de las olas.
Compramos el café aromático sin igual.
Tienen razón cuando los brasileños dicen “Dios es el artista y Río
su obra”. La
próxima era Bahía, es esta ciudad visitamos la iglesia de San Francisco
forrada de oro. Esta ciudad es llamada la Roma Negra por el alto porcentaje
de iglesias y población negra. En
Dakar ama fue con Bingen y Xabier, a visitar la ciudad, y Arantza y yo
decidimos ir con nuestros amigos. Cuando volvimos nos percatamos que ama y
los hermanos no estaban en el barco. Una hora más tarde oímos la sirena
del barco avisando su partida y aun no habían vuelto. Fui a decirle al
capitán que esperara un poco porque nuestra madre no había llegado aún.
No se como el habría respondido a mi pánico, pero por suerte en ese mismo
momento vimos venir corriendo por el muelle a ama y los hermanos.
Temprano
al mañana nos anunciaron que estábamos dejando el Atlántico y entrando en
el Mediterráneo y pudimos y enseguida pudimos observar a lo lejos el Peñón
de Gibraltar que consiste en un peñasco que no tiene ríos y el agua se
almacena en aljibes se nos dijo. Es el contacto más cercano entre Africa y
Europa. Aún
en medio de nuestra congoja de dejar el querido Uruguay, la travesía fue
feliz para nosotros los hijos. Nos hicimos amigos de un grupo de jóvenes, y
desde el principio nos caíamos muy bien un joven francés y yo, y durante
todo el viaje andábamos juntos, al final del viaje Arantza me entregó un
poema que se titulaba “Mi Primer Amor”. Todo era bueno para nosotros los
jóvenes, no tanto para ama que sola y ansiosa esperaba conocer a su segunda
hija y a un futuro incierto. Celebramos el cruce de la línea del Ecuador
interrumpiendo la rutina de a bordo y se
declaró día festivo. Una autoridad, en este caso, el capitán del barco,
se disfrazó y representó el papel del dios Neptuno. Desde el puente por
medio de altoparlantes se anunció su llegada y en un improvisado trono llegó
en procesión de Neptuno seguido por sus séquitos. Cerca de la piscina bajo
de su trono y bautizó a los neófitos exigiendo tributos y concediendo
mercedes. A mi me pusieron el nombre de “Estrella de Mar.” Después de
este rito sin titubeos le tiramos a la piscina al capitán. El momento de
cruzar la línea se marcó con un repique de campana. Pero todos los jóvenes
estábamos ocupados porque esa
tarde la juventud del barco se disfrazó. Una señora estaba al mando de los
disfraces y ella eligió para Arantza un disfraz que representaba a una
vendedora de cestas de Bahía, y para mi me concedió el del misterioso
disfraz de odalisca. A la noche hubo baile de gala que yo asistí, pero ama
vino a buscarme para ir a la cama mucho antes de lo que yo hubiera deseado. Fue
una travesía muy buena, hasta la víspera del desembarco en que nuestro
hermano Xabier, que por ser el mas joven del grupo siempre nos seguía
corriendo y alguien delante de el sin saber que el venia atrás cerró una
de las pesadas puertas del barco y su mano quedo atrapada y necesitó ayuda
médica en la enfermería del barco y luego en Barcelona. Sus gritos y
lloros despertaron la compasión de todos los pasajeros. La
comunicación en aquellos tiempos, los años de los 50, de nuestros padres o
nosotros, los hermanos con Begoña era a base de carta que demoraba de una a
dos semanas en llegar a su destino. No
teníamos todavía la idea de vuelos supersónicos, la comunicación instantánea
para escribir y hablar que tenemos por medio del Internet que nos facilita
las llamadas internacionales gratis, y el uso de un teléfono celular.
Tampoco recibíamos muchas fotos de ella, la tía no era muy aficionada a la
fotografía, y tampoco a escribir mucho por la vida tan ocupada y ajetreada
que llevaba, y Begoña nunca ha sido inclinada a escribir mucho. Trataron
varias veces nuestros padres de llamarle por teléfono, pero era toda una
odisea por lo caro, lo breve y muchas veces la mala comunicación. Cuando
amigos de nuestros padres viajaban a Euskadi los aitas les pedían
encarecidamente visitaran a Begoña. Pero ninguna de estas visitas era
positiva porque ella permanecía callada durante todo el tiempo por el miedo
a que le iban a llevar con ellos a América. Todo ello impedía tener una
relación estrecha de nuestra hermana con la familia y viceversa que habría
preparado mejor a todos para el encuentro que se estaba a punto de realizar. BARCELONA El
Provence ancló en Barcelona el domingo 22 de abril de 1956 poco después
del almuerzo. Fuimos al puente y nuestro grupo de amigos trataban de
encontrar a Begoña, y pronto la reconocimos en el muelle y todos a coro
gritábamos su nombre. Begoña alborozada de su repentina popularidad nos
miraba asombrada y contenta. Al fin ella subió a bordo con la tía Mari, su
nieta Ana Mari, y amigos de la familia, Julita y Juan. De todos los miembros
de la familia ella solamente me conocía a mí. Cuando ama y nuestra hermana
se abrazaron fue muy emocionante para ellas y para nosotros verlas. Ama
perdió el conocimiento por unos segundos. Ese día fue la primera vez que
los cinco hermanos estábamos reunidos en el mismo lugar, y pasarían 50 más
para volver a repetir esta hazaña. Y en aquel momento de alegría para
todos creíamos que nuestra hermana Begoña se iba a quedar con nosotros,
pero por desgracia no fue así. Habían corrido muchos años de separación
para reparar el daño de tanta ausencia. Nos preparamos para salir del barco
y nos pidieron los pasaportes y cuando ama mostró el suyo se lo quitaron y
le dijeron que tenía que sacar otro salvoconducto en un mes porque ese no
valía. Era su purga. Los libros y demás, gracias al buen amigo Araquistain,
pasaron la aduana sin abrir las cajas. Nos alojamos en el Hotel Astoria y el
hijo de Mary Pallin que estaba en esta ciudad, nos llevó a las tres
hermanas a conocer la ciudad durante el tiempo que estuvimos en esta
preciosa capital catalana. Visitamos el Monasterio de Montserrat, el Parque
Tibidabo, Montjuic, un centro de arte, entretenimiento y cultura y la
Iglesia del Sagrado Corazón. Al cabo de unos días tomamos un avión
bimotor que nos llevaría a Bilbao. En
el aeropuerto de Sondica, nos esperaban los tíos Elvira, Ino y Carmen. La
alegría y sorpresa de reencontrarnos fue grande, para ama eran casi 20 años
desde que dejara su pueblo, y sus familiares. Fuimos a la casa de los tíos
y después de comer vinieron la familia de Algorta. Cuantos recuerdos se
agolparon en mi mente y corazón, ahora yo miraba con diferentes ojos lo que
me rodeaba y lo que había sido tan familiar cuando niña, se lo dije a ama,
y ella replicó que a ella todo le parecía mas pequeño, como si fuera
sacado de una estampa de Nacimiento. Pero sus emociones estaban ahora
enfocadas en su segunda hija Begoña. Begoña
tenía 16 y yo casi 18 años, la edad en que creíamos que la vida era fantástica
y el mundo nos pertenecía. Nos llevábamos tan bien como cuando jugábamos
juntas muchos años atrás. Las experiencias de los años pasados en
diferentes países, hablando con diferente acento y sin mucho parecido físico
confundía a los amigos de ella que no creían éramos miembros de la misma
familia y lo triste es y fue, que pertenecíamos a dos mundos diferentes,
por lo tanto había y hay diferencias entre las dos, aunque siempre nos unió
y nos seguirá uniendo la triste experiencia de nuestra infancia. Pero la única
disimilitud que sentíamos en aquellos momentos era que ella era hincha del
Real Sociedad de San Sebastian y yo del Athletic de Bilbao. Begoña hizo lo
imposible para formar conmigo el dúo inseparable de nuestra niñez para
desmayo de nuestra madre, porque con ello le relegaba a ella a un tercer
plano. Nuestros dos hermanos siempre han crecido juntos en la familia y país
y siguen haciéndolo sin la disparidad que Begoña, Arantza y yo hemos
vivido en el que las tres hemos crecido en diferentes lugares, en diferentes
circunstancias y por consiguiente con diferentes experiencias. Al
mismo tiempo que nosotros llegábamos a Barcelona aita recibió noticias de
Aguirre que su proyecto había sido postergado indefinidamente por falta de
fondos. Aita a pesar de su tristeza confiaba en la tenacidad de su amigo José
Antonio con esperanza en que se llevaría a cabo en el futuro, ama no era
tan optimista. Fue un gran contratiempo cuanto mas necesitaban, pero en
estos momentos para ama lo más doloroso era la confirmación de lo que temía,
había perdido a su segunda hija y parecía ya tarde para ganarla de vuelta.
Había pasado mucho tiempo y no se podía recobrar en pocas semanas el
trabajo de tantos años. La guerra seguía marcando a sus victimas. En
pleno verano la ciudad preciosa de San Sebastian a orillas del Mar Cantábrico
ofrece vistas espectaculares. La ciudad esta rodeada de tres playas
Ondarreta, La Concha y la Zurriola, y tres montes. El Monte Urgull, montaña
de 135 metros de altura que esta situada entre la Parte Vieja de Donosti y
el Paseo Nuevo, junto al mar. En su cima esta la estatua del Sagrado Corazón
que domina toda la ciudad. El Monte Igueldo de 184 metros de altitud en cuya
cima tiene un Parque de Atracciones y un torreón que servia de atalaya
tiempos atrás. El Monte Ulia de 231 metros de altura con un escenario
privilegiado, poblado de árboles con abundantes ruinas escondidas en la
maleza y con acantilados costeros que deparan vista de la costa guipuzcoana
frente al Mar Cantábrico. La dictadura mantendría a San Sebastian el papel
de ciudad Capital de Veraneo. Francisco Franco durante el mes de agosto se
alojaba en el Palacio de Ayete desde los años de 1940 a 1975. Mientras
que yo vivía en la casa de la tía Juli, ama, Bingen y Xabier dormían en
una habitación alquilada al lado. Begoña y yo pronto nos hicimos de un
grupo de chicos con los que salíamos asiduamente. Nos reuníamos en la
playa de Ondarreta a las mañanas y en la Avenida al anochecer. Una noche
llegamos un poco tarde y el sereno, antiguo vigilante nocturno de un barrio
que tenía las llaves de todas las casas y velaba por la tranquilidad de las
calles, nos abrió el gran portalón de la casa, y me recordó a lo que aita
nos decía de los serenos de su tiempo en Algorta. Ellos eran como relojes
hablados y meteorólogos, cantaban
la hora y el estado del tiempo a cada hora durante la noche. Nuestros
hermanos, de 9 y 11 años en Donosti participaban en carreras de veleros en
una gran fuente cerca de casa, verdadera olimpiadas, hacían excursiones
escalando el Monte Urgull, el Monte Ulia, caminando 9 kilómetros a Hernani,
alquilando bicicletas recorrieron7 kilómetros para llegar a Renteria, a sus
habitantes se les conocía como galleteros ya que en dicha localidad, se
fabricaban las riquísimas galletas Olibet, especulamos que ellos fueron
alli por dicho dulce, pero nunca nos dijeron a ciencia cierta el porque de
sus excursiones, e iban solos, y el hacerlo “a escondidas” les sabía
mejor. Siguieron en ese tren hasta el día anterior de empezar el colegio.
Solamente les veíamos a las horas de comer. Arantza de 13 años le gustaba
estar en Las Arenas. Cuando ella visitaba San Sebastian no lo pasaba muy
bien porque nosotras no la incluíamos en nuestros planes, y se encontraba
sola. Yo recién cumplidos los 18 años,
halagada y festejada estaba absorbida en esta nueva aventura con Begoña
al lado en la preciosa Donosti y no me daba cuenta que ella me necesitaba.
Resentida volvió con ama a Las Arenas donde tenía un grupo de amigas con
las que se reunía en la playa o haciendo excursiones. En una de estas
salidas con sus amigas y subiendo al Monte Serantes, una pequeña montaña
cuya cima esta situada en Santurce a la orilla de la Ría de Bilbao y
visible desde todos los lugares de la comarca sirviendo como punto de
referencia, Arantza se cayó por un barranco resultando con rotura del
tobillo, muchos moretones y pérdida de conocimiento. Ama que estaba
haciendo unos trámites en Francia acongojada dejó todo y corrió a su
lado. Aunque la tía Carmen la cuidaba con mucho mimo, era problemático
para ama tener tantas cosas para arreglar y a sus hijos separados y tan
lejos de ella sin su cuidado y supervisión, pero éramos muchos y teníamos
que repartimos en diferentes casas que los tíos ofrecieron generosamente.
MADRID En
una fría mañana de abril de 1958 salimos de San Sebastian. Me acompañaban
Begoña, la tía Juli, Esperanza y su chofer Ramón y partimos rumbo a
Madrid cubriendo unos 500 kilómetros en coche. Paramos en Logroño, La
Rioja, para almorzar en un restaurante y aunque no me acuerdo del nombre, ni
del menú, si recuerdo el asombro nuestro porque tenía calefacción radial
en el suelo, y que estaba a la vera del Río Ebro. Y cruzando este río
ahora estábamos oficialmente en España pensé yo recordando palabras de
aita. Proseguimos viaje a Burgos, donde bajamos para visitar la Catedral de
Santa María de Burgos, una majestuosa iglesia de estilo gótico del siglo
XIII. Seguimos viaje y aunque
no paramos desde la carretera se nos anunció la vista de El Escorial como
la histórica residencia del Rey de España. Casi llegando a Madrid paramos
para ver el Valle de los Caídos en la Sierra Guadarrama, concebido por
Franco en honor a los muertos en la Guerra Civil Española. Media hora después
llegamos al hotel en Madrid. Cenamos y fuimos a descansar, a la mañana
siguiente todos iban a visitar el Museo del Prado, pero yo me quedé en el
hotel, no me sentía con muchas ganas para ello tal vez pensando en lo que
me esperaba en este nuevo país caribeño. Foto de Begoña y yo en el
aeropuerto de Barajas.
Finalmente llegó la hora de la partida y después de despedirme de
todos subí al avión que por estar viviendo en la era de los aviones de hélices
el viaje de Madrid a Caracas duró 11 horas. Nuestros hermanos Bingen y Xabier terminaron sus clases varios meses después y arribaron en Caracas, ya la familia estábamos reunida otra vez, aunque a mi personalmente y a todos nos hubiera encantado que Begoña se nos hubiera sumado a la familia, pero ahora creo era esperar mucho de ella.
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I) Vida de Mercedes Iribarren de Ametzaga -Gure Ama - Tributo a nuestra Ama, por Mirentxu Ametzaga |
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II) La mujer que acompaño a Vicente de Ametzaga Aresti - por Xabier I. Ametzaga |
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III) Mis manos quieren hablar - mi poema a mi Ama - por Xabier I. Ametzaga |
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IV) Publicaciones en Internet relacionadas |
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